El mundo de Daniel
La realidad en un niño puede ser sustituida por un mundo inimaginable, donde todo parece perfecto y divertido, siendo a la vez muy inusual, y más si se trata de Daniel Gutiérrez un niño de 10 años que viviendo en un pueblo llamado Redondo, donde todo gira en la misma rutina diaria, su vida era la más divertida de todas.
Redondo es un pueblo tranquilo al Oeste de Texas, tiene un banco, una plaza, un supermercado y la alcaldía. Los trabajos que se desempeñan varían en los lugares antes mencionados, nadie grita, corre o baila, todo gira en la misma rutina, menos la vida de Daniel.
Cuando lo conocí, estaba en su casa vestido de Batman, porque supuestamente había visto la señal del murciélago por la ventana de su cuarto. Me dijo que seguro alguien estaba en peligro, me pareció algo descabellado pero lo acompañé.
Llegamos a la plaza y allí él vio cómo un conejo con corbatín se robaba un cubo de oro que le pertenecía a una gallina que en vez de huevos ponía esos cubos, yo no vi nada, para ser sincero, pero poco a poco sus palabras iban cobrando vida y fui viendo cómo la realidad se transformaba.
Después que Daniel peleó con el conejo con una escoba y el quitó el cubo, se lo llevamos al gallo, el esposo de la gallina, él nos agradeció y nos regaló una caraota. La verdad es que me pareció un tanto inútil pero igual la guardamos.
Luego pasamos por el supermercado pero todo era distinto, vendían desde átomos químicos hasta túneles triangulares que llevaban a otra dimensión, decidimos comprar el túnel para usarlo ante cualquier catástrofe donde la existencia humana se viera en peligro.
Cuando salimos del supermercado, casi nos atropella un ferrary y todo porqur Micky Mouse, que era el conductor, estaba distraído hablando por teléfono. Caminando por la plaza vimos unos baños públicos con un símbolo gigante de hombre y mujer. Todo indicaba que la puerta era un círculo en el sueño que era parte del símbolo. Daniel me dijo, mejor aguantamos a la casa, me dan miedo los baños subterráneos.
Luego, escuchamos una música encantadora, tanto que las notas eran visibles, seguimos el sonido y pasamos un arco del que nunca me había percatado que existía, vimos una sombra de hombre y logramos ver que tenía puestos zapatos de mujer pero de diferentes modelos, nos dio miedo pero Daniel vio al cielo para ver si aparecía la marca de Batman y se tranquilizó al no verla, diciéndome que seguro estaba deprimido, que no era nada malo.
Seguimos sin ver el origen de la melodía hasta que encontramos a una persona danzando y cantando ante una planta que iba creciendo de manera desenfrenada. Nos pareció divertido y nos unimos a su canto con máscaras terroríficas.
Al llegar de nuevo a la casa, su abuela y su papá nos esperaban con cara de preocupación, pero Daniel sacó una rosa de su bolsillo y la puso entre el jarrón preferido de su abuela y la escultura al desnudo más apreciada de su padre. Luego les contó nuestro día y, para mi admiración, ellos sin sorprenderse dijeron otro día en tu mundo Daniel. El día terminó con el reloj derritiéndose a la luz de la vela en un árbol seco del patio. Daniel y yo jugamos con una pelota rota. ¡Qué lástima que nunca volví a vivir un día como ese, con mi amigo Danirl y su mundo perfecto!
Muy bonito... para que luego nos quejemos de una vida rutinaria... hace sonreir...¿y eso es bueno, verdad?
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